La técnica de la caja de arena, en su nombre original sandplay, fue ideada por la psicoterapeuta suiza Dora M. Kalfflos basándose en la psicología analítica de Carl Gustav Jung y en el trabajo de la psiquiatra infantil Margarita Lowenfeld. Se utiliza principalmente para acceder a información en la que el paciente no ha reparado de manera consciente.

 

Para ello se emplea una caja con fondo azul (las hay de madera o de plástico) llena de arena, en la que el paciente, en silencio, va colocando diferentes figuras. Estas representan elementos o personajes, reales o fantásticos que el paciente debe colocar en silencio y en función de sus propias preferencias. Entre estas figuras podemos encontrar personas, animales y plantas, construcciones, medios de transporte, señales o divisores naturales (rocas, madera), elementos fantásticos, personajes de películas, accesorios…

Durante el proceso, el terapeuta debe limitarse a ofrecer una ayuda auxiliar, dejando la interpretación de lo que ha ocurrido para después de haber escuchado al paciente. Por otro lado, es frecuente que el psicólogo realice posteriormente una fotografía de la escena, para su posterior interpretación, fuera del contexto de la consulta.

Los resultados son variados, y existen multitud de interpretaciones posibles para una caja de arena. Por ejemplo, si encontramos personajes solos en la caja, esto puede denotar soledad o sentimiento de abandono por parte del paciente. Por otro lado, si predomina la violencia en la escena, eso puede significar cierto sentimiento de desolación.

Pese a ser utilizada sobre todo en la psicología infantil, la técnica de la caja de arena puede aplicarse a cualquier edad. Es muy útil cuando hablamos de personas que tienen dificultad para hablar sobre sus emociones. Esta técnica se relaciona precisamente con pacientes que han sufrido, por ejemplo, algún tipo de trauma (abusos, malos tratos…). También son de utilidad con personas que atraviesan un duelo o tienen trastornos emocionales o de conducta.

La caja de arena